Naga Sourire (ID)

¿Cómo podríamos describir a este "jovencito"? Je, lo primero es no dejarse engañar por las apariencias. Nadie que le viera por primera vez pensaría que es el demonio de la envidia. Naga tiene características andróginas, es decir, que su complexión y sus facciones faciales pueden parecer muy poco masculinas en comparación de otros demonios, pero esto no quiere decir que sea afeminado, solo es... bastante delicado. Su delgado y fibroso cuerpo pertenece a un joven no mayor de 20 años. No es especialmente alto, pero tampoco es un canijo. Su piel es muy pálida, y sin imperfecciones visibles. Su pelo cae en forma de pequeña melena hasta sus hombros y posee una extraña gama de colores, mezcla de negro, gris y morado. Sus ojos son grandes y afilados, de un intenso color carmesí. Lleva unas gafas de cristal falso para suavizar el efecto de sus insólitos ojos, ya que suelen crear inquietud en quien se los queda mirando. Y no es fácil olvidarlos...

Ese sería su aspecto humano. Pero ¿y su aspecto original de demonio? Si os pasáis por su historia, veréis que gran parte de su existencia aparte de estar ligada al sentimiento que domina, ha estado unida al agua, al mar. En el pasado era tomado por una terrible criatura marina. Y en parte su aspecto demoníaco contribuyó a esa leyenda. Cuando adopta esta forma su piel se vuelve escamosa, pero conservando esa blancura impoluta. Sus orejas se alargan, como un par de aletas. Pequeñas membranas se pueden observar entre sus dedos, a fin de facilitarle el buceo. Su pelo crece hasta más allá de su cintura. Sus uñas se vuelven garras, y sus dientes, colmillos. Tiene una extraña y salvaje belleza en esta forma, pero para la mayor parte de seres que se ha topado con él no es en absoluto tranquilizadora.

En ambos aspectos, procura siempre estar vestido con las más finas prendas, intentando ir siempre a la última moda humana.

 Succorbenoth, el demonio de la envidia y los celos es bien conocido tanto en el mundo mortal como en el mundo de los inmortales dioses, es un demonio viejo, tan antiguo como la vida misma y de él se cree provienen muchos desastres en la tierra, tales como guerras, matanzas, robos etc.

Es la "madre" de muchos males, la ira, la avaricia y la soberbia suelen tener en ocasiones raíces en este pecado tan común, por lo que, Naga es un demonio muy poderoso, pero también inmaduro. Él no sabe hasta qué punto tiene control sobre los demás y es ciego en cuanto a reconocer sus propias virtudes, tiende a sentirse insatisfecho consigo mismo y eso lo obliga a exigirse más como demonio y en todo lo que hace, siempre da un esfuerzo extra, simplemente para sentirse superior a los demás o para demostrarse a sí mismo que puede ser tan "grande" como sus demás compañeros capitales o incluso el mismísimo Satanás. Esto ha creado en él un fuerte sentimiento de inseguridad, en el que da gran importancia al "que diran". Por lo tanto, para Naga lo más importante sera saber mantener su imagen de elegante señorita, ¡uy! Quise decir señorito.

En el grupo de los demonios capitales se le ha considerado siempre como un niño, por su carácter manejable, suceptible y bipolar en ocaciones. Es alguien sin duda muy sentimental y delicado en todo el sentido de la palabra, siempre trata de agradarle a todos por lo que puede parecer en el exterior alguien muy dulce, pero cuidado, por que las apariencias engañan y no todo lo que brilla es oro y este es el caso de Naga, el demonio de la envidia, siempre dispuesto a echarle tierra a cualquiera que brille más que él. Dentro de sus "hermanos", tiene sus mas y sus menos, pero con quien más tiene sus menos sera con Asmodeo, el demonio de la Lujuria, que siempre logra que todo su autocontrol se vaya a la mierda. Las filosas palabras de Asmodeo siempre logran traspasar su caparazón de elegancia.

Contar la historia de Naga es imposible, por su magnitud. Ha visto nacer el mundo, su formación, todo lo que te puedas imaginar. En su origen habría que remontarse milenios atrás, años en los que no tenía forma, era energía pura procedente del dios creador, y de ahí surgieron varias existencias que tomaron fuerza de los peores y más fuertes sentimientos humanos. Uno de ellos, uno de los siete, era Envidia. Pero con el surgimiento de un nuevo orden de poder en el universo con la aparición de los dioses, Satanás cogió la fuerza de Envidia junto con las otras fuerzas primigenias y les dio una nueva identidad, forma y vida como demonios bajo su mando. Era todo un nuevo mundo que explorar bajo esa forma.

Guiado por su instinto natural, se rodeo de humanos, otros demonios e incluso ángeles. Pero en donde encontraba mayor fuerza de sustento, mayores envidias, era con los humanos. Era primitivos, pero poseían fuertes sentimientos. Sentimientos que Naga se encargaba de azuzar... esparciendo envidias y discordias allí donde iba. Eran disputas eternas a causa de la inicial inmortalidad de los humanos. Estuvo gran tiempo influyendo a estos seres que lo rodeaban, a veces de forma inconsciente.

Pero pasado cierto tiempo, hasta un demonio primigenio como él se cansó. Si algo amaba del mundo, de la tierra, era sus mares. Poseía una gran afinidad con ese caprichoso elemento, tan caprichoso como él. A fin de aliviar el cansancio que inundaba a su alma se sumergió años y años bajo las oscuras profundidades de los océanos, sin dar señales de vida, durmiendo en la penumbra, mientras Mors nacía en el mundo, y la muerte daba la bienvenida a los humanos. En todos esos años, ninguna criatura se atrevió a atacarlo, y nadie vino a buscarlo.

Cuando finalmente sus ojos rojos iluminaron las profundidades habían pasado muchos años en la superficie. Se habían levantado imperios, y otros tantos habían caído. Las religiones iban y venían... Naga aprendió de todo ello, sobretodo porque fue la época en la que empezó a atacar los barcos, llenando de pavor a los marineros. Se crearon multitud de leyendas sobre él de los pocos supervivientes que dejaba. Esa zona más tarde se conocería como triangulo de las bermudas, y era el lugar preferido del demonio de la Envidia para recluirse del mundo.

Pero no le gustaba estar mucho tiempo solo. Se inmiscuía en todos los asuntos que podía. Al mismo tiempo que se alimentaba de las envidias que le rodeaban, e iba repartiéndola, una extraña inseguridad le invadía. Las vidas humanas, ahora tan efímeras... le abrumaban por su intensidad. Vivían poco tiempo, pero vivían con una pasión que hasta entonces desconocía. Desconocía y... envidiaba. Él fue el causante de muchas guerras que asolaron el mundo. El sufrimiento de muchos amantes. ¡El amor! ¿Qué era eso de amor? ¡Que sentimiento más absurdo! ¿Cómo podían confiar hasta ese punto en otra persona? ¿Cómo podían dar la vida por la persona amada? ¡La vida estaba llena de traiciones causadas por la envidia! ¡Él lo sabía mejor que nadie! Lo sabía...y por ello lo desconocía. En busca de ese conocimiento, causo muchas penurias a muchas parejas.

Una de esas tragedias se dio en uno de sus viajes por la tierra. Le llego el rumor de una pareja intensamente enamorada. Al parecer la mujer era hija de un noble, y su enamorado de origen humilde, un simple pescador. Tras muchas pruebas y trabas hacía lo que sentían ambos, finalmente el padre de la joven cedió al deseo de su hija. Naga viajó a ese pueblo y desde lejos contempló el amor que destilaban los dos humanos. Llevado por un impulso caprichoso de su carácter, decidió mostrarse ante ellos en su forma humana, a fin de sentirlo más de cerca. Con la historia de que era un joven noble (alguien con su elegancia y modales no podía ser menos) al que la vida había tratado con dureza, consiguió ablandar el corazón de la pareja, y le acogieron en su modesta casa. Trabajo con ellos, usando sus habilidades artísticas para conseguir algunas monedas y agradecer así la amabilidad de los dos enamorados. Pero su amor brillaba demasiado, y cada vez que los veía mirándose a los ojos, una oscura envidia nacía en el corazón de Naga. Nunca nadie le había mirado así... como si fuera lo único importante en el universo. Apreciaba a la pareja, pues le habían acogido y habían sido muy amables con él, alabando su generosidad y la belleza de sus trabajos, pero... ¡les envidiaba con toda su alma! Y por eso los odiaba.

La envidia de Naga se fue extendiendo como una plaga entre los conocidos de la pareja. La madre de la joven, que nunca había estado muy conforme con el casamiento, empezó a mandar sujetos para estropear el negocio pesquero de su marido. Los compañeros del trabajo, hartos de los ataques, despidieron al marido.

Y en muy poco tiempo la pareja se vio sola, con la Envidia como única compañera. Naga se esforzaba en ayudarles, vendiendo más de sus obras escultóricas, pero por dentro se regocijaba al ver como el mundo de esos dos humanos se tambaleaba. Dentro de poco se separarían, y Naga sería feliz...

Pero no lo hicieron. Pese a la mala racha que estaban pasando, aguantaron. El hombre se hizo con un pequeño bote con el que poder pescar y llevar comida a casa. Su amada  mujer empezó a trabajar de costurera, ganando unas pequeñas ganancias. Y así, junto con la fe inquebrantable de su amor más firme que nunca, más que oscurecerse y menguar, brillaban más y más.

Pero junto con su amor, la envidia de Naga se intensificó. Y llegó la tragedia. Inconsciente, Naga azuzó el odio y la envidia que tenía un antiguo pretendiente de la joven dama. Un día que el demonio y el esposo no estaban en casa... entró a la fuerza en el hogar, violó a la mujer y la mató.

Su esposo perdió parte de su alma cuando se enteró. Y tras el funeral se suicidó, tirándose al mar desde un acantilado. Naga recogió su cuerpo entre las olas, y en un gesto último del demonio que había provocado el fin de la pareja, lo enterró junto a su esposa.

Mientras contemplaba sus lápidas descubrió que, una vez más, no estaba feliz por la muerte de la pareja, pues seguía sintiendo ese extraño anhelo dentro de su alma...