Drink with me [público/grupal]

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Yo, el Rey Demonio abrí de un golpe las puertas de la posada de los muertos, uno de mis lugares favoritos en toda Jamina que visitaba con frecuencia, ya que además de ser la única posada, era también el único lugar de encuentro entre los tres reinos de los dioses, mis hermanos.
En la posada habían toda clase de criaturas, como era de esperarse; ángeles con enormes alas blancas, doradas, azules, algunas otras que brillaban como si estuvieran hechas de fuego adornaban el lugar. Habían brujos, zoomorfos con largas colas de reptil, cuernos de distintos animales, orejas y otras cosas. Y por supuesto, estaban los demonios. Algunos se veían completamente humanos, excepto por los ojos de color carmín que los delataban y absolutamente todos, en el segundo mismo que entré, posaron su mirada sobre mi grande y elegante figura. Algunas cabezas se inclinaban en señal de respeto, algo a lo que estaba acostumbrado y sin embargo, me parecía un gesto exagerado. En ese preciso instante no quería ser el gran rey alabado y temido al que todos respetaban, solo quería ser uno más de los demonios que iban a la posada a contar historias y ahogar sus penas. Miré a los músicos y exclamé -¡Que no pare la música! Ni que hubierais visto al diablo.- Un segundo después de ello, las risas, gritos, la música, los saludos y el choque de las copas comenzaron a llegar y poco a poco a invadir el lugar.

Entré en la posada dando grandes pasos y me senté en un lugar vacío en la barra, el posadero me sirvió sin necesidad de preguntarme que quería, pues era un viejo amigo y me conocía bastante bien, en mis innumerables visitas al lugar desde que mi esposa dejó este mundo. Di un trago largo que me supo amargo, sentí el agua ardiente quemar mi garganta, un sentimiento conocido y agradable para mí. Di una risotada y entonces levanté mi copa al aire. -¡Tomad lo que queráis! ¡Esta noche os invito yo!

Esa noche iba a olvidar quién era, mi pasado, mi historia, mi presente y si fuera posible, hasta mi puto nombre. Y no habría nadie que pudiera impedirlo.

¿Que mejor manera para distraerse que ir al bar para lidiar con todas las razas y personas que allí residían? Aunque si debía admitir algo...Nunca hago nada a menos que deba escoger las almas junto a los Rajani para ser llevadas a los dos diferentes reinos restantes. Mi presencia en la posada no era mas que para relajarme, incluso cuando bebiera solo agua sin ningún interés en el alcohol por ahora, no pude evitar sonreír por la presencia del señor delos infiernos al llegar incluso mucho mas al sentir todo paralizado y sin ganas de seguir hasta que hablo y logro calmarles con sus suaves palabras lo suficiente como para que volvieran a sus gritos y risas mucho mas animados por que el seria el que comprara las bebidas para todos.

-Otro vaso. Ordene sin ninguna expresión en mi rostro viendo a las personas reunidas en aquel lugar entre risas, no había distinción de raza, los chicos de Adonai estaban reunidos con los demonios, incluso con parte de los míos propios, algunos serafines aislados por su cuenta para evitar discusiones...Mujeres y hombres bebiendo y dejándose tocar ya por el grado sumo de alcohol que corría por sus venas...Oh si, esto seria una típica noche que nadie quisiera olvidar. -Muy caballeroso de tu parte Sati...Eso ha demostrado que sigues teniendo un buen corazón después de todo. Comente sin siquiera elevar el tono de mi voz entre risas suaves aunque con cierta complicidad en lo que decía.

¿Pero ahora que haría? Ya di mi presencia y no podría escapar ahora del dichoso bar gracias a que todos bebían y si me largaba pensarían que no me agradaba sus presencias y mucho menos el ruido de sus voces. Así que pensé...Durante unos buenos minutos el que hacer, si debía irme o no...Quedarme...Fumar...Beber...Tocar chicas, chicos...Unirme en lecho carnal...Ninguna de todas las opciones me llamaba la atención...Incluso cuando la ultima me arrebato una sonrisa completamente burlona por lo que decía sabiendo que por el mínimo roce con una raza que no fuera la suya sus hermanos seguramente le dirían algo.

-Un cóctel con maracuya por favor. Pedí al hombre de la barra que solo asintió y fue directo a mi pedido, volteandome en el asiento rotatorio para ver a las personas nuevamente sin ningún tipo de interés en su mirar, no sabia que quería aquella noche, pero me propondría en no dañar la noche a los demás por mas aburrido que me encontrara.

Ser el dios de la benevolencia, te da ciertos titulos los cuales te dejan marcado de por vida. Como tal, no suelo ir a esos lugares... Nunca en realidad. Pero aquella noche, tenia un humor horrible, miserable, nadie queria hablar conmigo por la simple razon de que mis ojos parecian frios, junto con mi ceño fruncido, los cuernos en alto y el cabello desatado. Todos notaban aquellos cambio de humor, con la simple vista de que vestia de manera mas... Peculiar, dejando de lado las telas blancas y cascabeles para abrir paso a una camisa blanca, pantalon negro con muchos bolsillos y botas militares o de caza. Atipico, pero me gustaba la manera de que aquel mensaje era precisamente el de "No me jodas".

En la noche de aquel retorcido dia, decidi por ir a "La posada de los muertos" como ultima fase de mi humor. Terminar el dia de aquella manera, seria horrible para mis hermanos, pero si lograba convencerme a mi mismo de que debia de tener un final distinto, asi lo haria. Al abrir las puertas, todo el mundo freno lo que sea que estaban haciendo. Me miraron. Impactados mas que nada. Repito: Ser el dios de la benevolencia te da ciertos titulos los cuales te dejan marcado de por vida.

Varios serafines se irguieron del miedo y susto, poniendose de pie. Hice una seña, como restando importancia lo que hicieran ese dia y se sentaron. Habia alguien que no se callaba, alguien que estaba en una mesa, en un conjunto o grupos de demonios, solo pude oir o di oidos a lo siguiente:

- LES JURO! DOS POR CADA AGUJERO QUE TENIA! - Vocifero intranquilo el demonio.

Un demonio pelirojo, reunido con otros que tenian la misma similitud de poder. Ah... Debian de ser los pecadores, pero no di importancia. La gente empezo a relajarse al verme caminar hacia la barra e inconciente me sente al lado de alguien. El bartender, quien era bastante envidiable; Un demonio llamado Dante, me miraba divertido ya que el solia conocerme en estos dias. Lo observe con un mirar frio y pronuncie un murmullo de palabras - Un Whisky on the rocks... - Ni siquiera dije un "Por favor", solo fueron aquellas palabras, donde Dante se sonrio burlon y con maestria, me sirvio la bebida. Varios me observaban como si fuera lo mas extraño del mundo, pero di poca importancia, bebiendo un par de sorbos.

Al cabo de unos minutos, sentia una presencia familiar cerca mio. Quizas, por el humo negro que tenia en mi mente no lo pude presentir. Pero, cuando gire sobre mi silla y observe a la gente, en vez de mirar el bar mire a los dos seres que tenia a mi lado: Mis hermanos. Suspire con una sonrisa, parecia que el mundo estaba feliz por algo y que habia llegado tarde - ¿Que van a hacer? - Pregunte sin mirarlos, girando el hielo de mi vaso - Si es interesante, me unire... - Bebi un poco mas de mi trago, observando la gente sin mas.

Dante: